Lo he perdido… No sé dónde, ni cuándo, ni cómo. Pero lo he perdido. Y lo extraño…
La soledad sigue acompañándome en su eterna y silente postura, en esa fría indiferencia que la caracteriza. Pero la aprecio, han pasado demasiadas cosas de un tiempo a esta parte, y ella ha sido mi única compañera fiel, mi amiga perpetua. La única que no me abandona, la que siempre ha estado allí… Las musas se han ido, hace tiempo que se han ido, sólo no quise voltear hacia el hueco que dejaron con la esperanza de que volverían tarde o temprano, con la ilusión de no tener que asumir su ausencia...
Y así sigo en la cruzada interminable, en la búsqueda perenne, en la desesperada y sempiterna pesquisa del talento que se me escapa de las manos, que no desarrollo, que no cultivo, que no continúo. Mi bombillo de potencialidad se agota, y ellas ya me han abandonado…
¿Habrá una manera de llamarlas de vuelta? ¿Dónde encuentro una flama que las atraiga? ¿Cómo la enciendo?...
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